Che tu! Con Babalà aprenderíamos más! |
La universidad pública, lo sabemos, la paga la sociedad con sus impuestos, como otros servicios que garantiza el Estado del Bienestar. Salimos a la calle el último mes para exigir que no se deje de invertir en una educación pública de calidad, pero ¿realmente lo es todavía? La pública debería ser una institución de prestigio, con profesores de prestigio. Algunos achacan la falta de calidad a la ausencia de premios Nobel en las tarimas pero, sinceramente, no hace falta tener a un Nobel de profesor para que las clases sean instructivas. Hacen falta motivación, capacidad y ganas.
Y precisamente esas cualidades las he visto en profesores que reciben la denominación de asociados: personas con un trabajo ajeno a la docencia universitaria pero que, a cambio de un salario de risa, prestan un servicio a la Universidad y ofrecen su valiosa experiencia profesional directamente a los alumnos. Por desgracia, los asociados están en peligro de extinción en la Universitat de València. Y entonces, solo quedan los profesores titulares, como mi profesora de catalán.
Somos de Periodismo, uno de los grados con nota de corte más alta de la UV. Somos de la pública, un servicio que paga la ciudadanía con sus impuestos. ¿Por qué no podemos tener una educación a la altura de las circunstancias? ¿Por qué esos mismos ciudadanos no exigen que sus impuestos se inviertan en lo mejor? Profesores mediocres ocupan puestos de los que depende nuestra formación, los médicos se nos van del país, y muchos nuevos estudiantes siguen acudiendo a universidades privadas (teniendo nota para ir a la pública)... en fin, a ver si vamos a perder nosotros también la motivación, después de todo.
1 comentario:
Ahhhh filla, esa gran duda que a todos los de la UV y otras nos ataca!
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