lunes, 5 de marzo de 2012

Canal Nou y confundir críticos con babuinos.

El otro día, precisamente el 21 de febrero, cuando miles de estudiantes salimos a la calle en contra de la respuesta policial a los alumnos del Luis Vives, me quedé con algo por decir: que una cosa es ser crítico y otra es ser un babuino.

La presencia de medios en todas las protestas ha sido constante, y eso es muy positivo, sean de la línea editorial que sean: todos contribuyen a formar la opinión pública, que si ya está maltrecha en España (y quedándose un poco sordita y ciega, por eso del envejecimiento de la población española), aquí en Valencia está peor todavía (sordita y ciega de serie, por eso de la sobreposición "medios de comunicación-política").

Como es habitual, aunque luego nos preguntemos por qué, Canal Nou también estaba por allí. Puntualicemos: periodistas y cámaras de Canal Nou estaban allí. Y si todos, o al menos una parte, conocemos la desinformación y manipulación de la que hace gala este medio, también hay que matizar otra cosa: una línea editorial no la decide el mandado de abajo en la jerarquía de trabajo. O sea: los trabajadores que ponen la cara saliendo a la calle no son el director de Canal Nou ni de Ràdio Nou.

Por ahí en medio andaba un pobre cámara de Canal 9.

¿Y qué ocurrió allí? Que todas las protestas, incluso llegando a lo físico, se proyectaron sobre ellos. Puestos a protestar, yo grité que el cámara no era el director de aquel medio. Y el grupito de dieciseisañeros que lo rodeaba hizo oídos sordos y siguió a lo suyo. Babuinos.

¿Queremos que un medio autonómico, RTVV, cierre? NO. La desaparición de un medio, sea del signo que sea, significa menos pluralidad. Menos control del poder político. Menos democracia.

¿Y si ese medio es un instrumento político? Entonces no controla el poder, sino que lo institucionaliza de por vida (al menos, lo que dura la de sus votantes y acérrimos). Pero sigue sin ser conveniente hacerlo desaparecer: conviene desinstrumentalizarlo.

¿Y qué hacemos? Informarnos bien antes de hablar y averiguar que la tendencia editorial viene de arriba. Y los de arriba casualmente siempre son militantes y cargos del poder político predominante aquí. Y que además son colocados por sus amigos o compañeros de partido.

¿Y luego? Pensar soluciones. A mí se me ocurre hacer incompatible la dirección o gestión de medios públicos con una militancia o un cargo político relevante. Ya está bien de chupar del bote y acumular cargos.