jueves, 9 de febrero de 2012

Moral y ley

El juez, juzgado por los acusados
Pues sí, tal como predijimos, la oleada de sinrazón ha venido detrás de la de frío siberiano: Garzón ha sido declarado culpable por las escuchas a los acusados de la trama Gürtel. 11 años de inhabilitación para el juez que se atrevió a investigar injusticias históricas, no sólo en España, también fuera de ella (dictaduras en Latinoamérica)... ha sido maniatado por los que las cometen en su propio país.

Y entonces es cuando me viene a la cabeza un ejemplo, de esos de pararse a pensar y debatirse entre lo moral y lo inmoral, que dimos en clase de derecho hace unos meses. Pongámonos en situación: secuestran a una persona y la Policía arresta al secuestrador. La persona desaparecida sigue en paradero desconocido y todos los indicios apuntan a que su vida está en riesgo, tanto que el tiempo es crucial para evitar una muerte en cuestión de horas. El único que conoce dónde está el desaparecido es el secuestrador, pero no abre la boca.

¿Cuántos de nosotros forzaríamos al secuestrador a decir dónde está la persona? Pues bien, la ley dice que no hay nada que podamos hacer para que el malhechor diga dónde está. La tortura está prohibida. Imagínense que la víctima es alguien cercano a ustedes. Ahí la cosa se complica. "Me tomaría la justicia por mi cuenta", van a pensar muchos, aunque en su fuero externo muestren resignación y rabia. Continuemos imaginando. Uno de los policías que tienen en arresto al sospechoso lo fuerza a hablar, en un intento por evitar la muerte de la víctima. Esto es considerado tortura. Después de esa tortura, el secuestrador habla y dice dónde está el desaparecido.

El resultado de esto es que, se encuentre a la víctima con vida o no, el policía ha cometido un delito, si cabe, más grave que el del secuestrador que iba a acabar con la vida de alguien. Es decir, que el secuestrador recibirá una buena condena. Pero el policía también, porque "el fin no justifica los medios".

Ahora imaginemos a los cabecillas corruptos que se han hecho millonarios gracias a evasiones fiscales, empresas tapadera y desviación de fondos públicos. Alguien forrado, por mucho que nos fastidie, consigue una mejor defensa ante la ley. Esa defensa complica las cosas a la hora de dilucidar si se ha cometido un delito o no, aunque haya pruebas fehacientes. Después de tantas series americanas de abogados, lo que hemos aprendido es que puedes hacer lo que quieras, dentro y fuera de la ley, si tienes dinero.

Miguel Carcaño
Y en un intento por superar esa barrera, al parecer se ordenan unas escuchas, que violan el derecho a la intimidad. En el ámbito de la ley, es incorrecto. Pero cuando no hay muchas opciones, ¿el fin justifica los medios? En el ámbito de la moral, ¿es incorrecto también? Se me ocurren un puñado de ejemplos en los que no se habría aplicado un castigo tan severo a un magistrado por intentar averiguar la verdad, por encima de cualquier barrera o privilegio que ostente el acusado de delito, y sin haber hecho uso de violencia o tortura.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuando el país lo sigue gobernando Franco desde su tumba, poco se puede hacer. En este país, detrás de los miembros del Supremo, del PP, Intereconomia, etcétera, encontramos todos sus seguidores sin los cuales no conseguirían nada, pero los apoyan. A los hechos me remito; mayoría absoluta del PP, la gente se alegra de que Camps no haya sido condenado, Intereconomía tiene audiencia... Más que algunas figuras representativas de esto, la lacra somos nosotros, nuestra sociedad, los que están a favor de esas cosas.

Fer dijo...

El fin no justifica los medios cuando se hace daño a otras personas. Pero cuando se trata de un delito, y los medios no son la violacia (tortura) sino unas simpels escuchas telefónicas, está más que justificado.

Las leyes ortodoxas y fundamentalistas no llevan a ningún lado. Ahí tienes muchos países árabes con sus revueltas y guerras. En la justicia ocurre lo mismo. Condenar a Garzón por aplicar las leyes a pies juntillas es de locos.