domingo, 20 de enero de 2013

Escándalo, es un escándalo

La confianza ciudadana en la política está en horas bajas, según El País. Y no es de extrañar. Las noticias sobre tramas de corrupción y mal hacer de aquellos que ostentan cargos públicos en los últimos años han sido un goteo constante. La última de ellas podría marcar un punto de inflexión: quizás este goteo se debía a una piedra que impedía la corriente.

Anteayer El Mundo publicaba una noticia que cayó cual jarro de agua fría -o "bomba atómica"- sobre muchos ciudadanos aunque, probablemente, dejaría más helados a aquellos que militan en el Partido Popular. El extesorero del PP, Luis Bárcenas, de quien se sabe ya que ocultaba 22 millones de euros en Suiza (paraíso fiscal) y que se acogió a la amnistía fiscal para blanquear su dinero -aunque ellos no quieran llamarlo "blanqueo" porque se paga un ridículo 10% como castigo- habría estado pagando sobresueldos en negro a parte de la cúpula de su partido. 





Rápidamente, dos de las cabezas más visibles, Rajoy y Cospedal, se apresuraron a distanciarse: nosotros no hemos recibido nada, ¡"sí hombre"! Empezamos con mal pie: estudiando como estoy ahora sobre Relaciones públicas y errores garrafales, esta no es la mejor reacción. Incluso Rubalcaba ha sido más prudente (si es que se puede llamar así a su falta de coraje para lanzarse al cuello de la oposición cuando más débil se encuentra... bueno, ¿será falta de coraje u otra cosa?) al instarles a que se investigue a fondo. 

Cuando una empresa -y sabiendo la orientación liberal de este partido deberían saber que ellos también funcionan como una- comete un error garrafal, debe gestionar el conflicto con aplomo: investigar y disculparse, vigilando muchísimo sus palabras, ya que está en juego su identidad y credibilidad (ya magulladas). El hecho de que varios cargos hayan desmentido los hechos y se hayan desmarcado del sucio asunto de forma separada es un movimiento poco inteligente. Y, según como se desarrollen los hechos, podría generar una enorme bola de nieve. Especialmente porque el hecho de que se desmarquen y dejen aislado a Bárcenas da la sensación de que cada político, aún estando en la misma formación, va por libre. No dan sensación de unidad ni cohesión. Y eso, al fin y al cabo, es lo que piden para los españoles. Sin olvidar la amenaza del extesorero, que podría salpicar a más cargos si, como está ocurriendo, se le aísla y es condenado a prisión.

El otro día vi un reportaje de Salvados sobre la tributación en España (es difícil llevar la actualidad al día cuando vives lejos) que, justamente en esta situación, pone los pelos de punta y genera muchas preguntas: ¿por qué se destina un presupuesto tan relativamente limitado a perseguir el fraude fiscal? ¿Por qué hay barreras legales para perseguir el fraude a gran escala? ¿Por qué no se arregla esto, si se considera prioritario? ¿Qué objetivos tenía la amnistía fiscal si los afectados fueron los que la acabaron formulando? En fin... preguntas sin respuesta, o con demasiadas posibles respuestas.

2 comentarios:

Luis dijo...

Escándalo de los gordos. Yo no me explico que tiene que hacer un señor para ahorrar 22 millones de euros y llevárselos a Suiza.

Esto es lo único probado hasta ahora, que no es poco. Si luego viene lo de los sobres, estalla la calle.

Habría que plantearse como nosotros, los ciudadanos, hemos permitido esto, votándoles una y otra vez aunque robaran, callando ante un sistema blindado que no les persigue.

A ver la que les cae. ¡Saludos!

http://laleydelaveleta.blogspot.com.es/

imperfecta dijo...

Ojo a la portada de mañana de El Mundo. Vienen más bombas.